No razones

dimecres, de setembre 30, 2015

No es por economía. Tampoco para huir de la soledad. No necesariamente por sexo. Jamás por costumbre o comodidad. Mucho menos por aparentar. Menos aún por bondad, compasión o culpa.

Razones no hay. Tampoco sumas y restas. Ni sacrificios, ni concesiones, ni súplicas, ni exigencias, ni esfuerzos. Solo voluntad de estar, por confianza, por complicidad, por tener un lugar en el mundo donde ser libre, donde la palabra valga y la lealtad deje de ser una palabra para ser algo tan denso como el peso de tu cuerpo sobre el mío.

Ese delgado hilo que nos une, qué frágil pueda parecer, no lo es porque no está hecho de belleza, erudicción o pasión, ni de palabras, poemas o canciones que se desgastan cuando se usan de amante en amante.

La fuerza solo procede del deseo de una mirada sin reproche, sin rencor, una mirada que sepa que el deseo pasa, la pasión mengua y las razones se desdibujan, una mirada que resuma la vida antes de consumirse en la oscuridad. Esa es mi dictadura de la mirada, vivir solo para ese destello.

Yo, que soy chamizo y desearía ser bambú, solo puedo dejar que el tiempo haga su trabajo y que tu me rompas o me doblegues cuando un día digas que me has dejado de amar.



El abismo

dilluns, de setembre 28, 2015

Soy melodramático. Reflejo la realidad con un tris de énfasis. Es la forma que tengo de darle emoción al análisis frío y racional que domina mi escena interior.

Así cuando digo que todo se ha ido a la mierda y que ya el daño está hecho mis interlocutores me miran asombrados.

Soy poco dado a las especulaciones, prefiero los datos, los casos concretos. No soy un observador de la realidad, soy una víctima, un protagonista impotente al que solo la wikipedia le da a veces la razón, que es lo más inútil que se pueda esgrimir ante la indolente realidad.

La 'fiesta de la democracia' de hoy no es fiesta ni es democracia. La democracia no existe, como tampoco existe el amor. Conceptos vagos y efímeros que nos permiten levantarnos día a día a enfrentar la mierda de vida que nos ha tocado padecer. No hay heroísmo, no hay bondad, solo mezquinos intereses.

No decidimos nada, ya otros han decidido por nosotros. Ya hace tiempo otros han decidido ejecutar la manipulación de nuestros más atávicos sentimientos, los de pertenencia. Pertenecer a un alma gemela, a una familia, a una tribu, a una patria.

Yo, que no tengo de eso, que padezco una horfandad vital,  que no tengo nada a lo que asirme aquí ni allá, y que lo poco que tengo lo consume el tiempo a miles de kilómetros de distancia, me siento entre maravillado y asqueado ante el abismo que presiento.