HIS TOrY

Cordada en el Tolima (II)

dilluns, de setembre 20, 2004




Blanco y azul.
No caigo.

Asciendo.
Busco la luz.
La famosa luz.


Pero no se ha acabado la pelicula, El Negro entra en cuadro rodando entre las rocas. Pero ya no es solo Negro, ahora también es rojo.

- Oiga Negro, ¡Usted si es que no se pierde una!, ¿no?
- Es que quien se va a perder sus peliculas güevón.
- Más bien esperese a que estrene una...
- ¿Estoy bien?, ¿Sangro mucho?
- Chirriado mi rey. Es solo un rasguño, comunista escandaloso...
- ¿Y usted?
- Divinamente ala..
- Más bien deje la maricada y veamos cómo bajamos de aqui.


Miramos al cielo. Vemos atónitos que el dedito ese ha dejado solo al de Adan aprovechando la restauración de la Capilla para jugar con nuestra cuerda.

Nos balanceamos suavemente, con el suficiente cuidado para que la cuerda no se deslice al vació. Sabemos que dependemos de nosotros mismos porque no había presupuesto para dobles, así que a ser bien machitos papá.

El Negro alcanza la pared y se fija con los crampones a ella. Yo sigo en el aire recordando que la gravedad es función directa de la longitud de la cuerda e inversa del cuadrado del periodo de oscilación.

Pendulando poco a poco me voy acercando a El Negro que ha hecho un pequeño escalón a su lado, para que al llegar a la pared yo me pare en él el tiempo suficiente para recibir uno de sus crampones, soltar la cuerda de mi arnés, desatascar la cuerda del salvadoer dedo de pìedra y volverme a encordar.
Con los crampones amarrados a las manos nos vamos dejando deslizar poco a poco. Dos horas despues llegamos al Helipuerto. Cargo por trayectos al Negro hasta la carpa. No puede ver por un ojo, y a duras penas se mantiene en pie.

Uno, dos, tres. Ya. Pocos segundos después desgarramos el hielo de la montaña a la que habíamos pateado de subida. Por fortuna la pendiente en ese trayecto no era tan pronunciado y la velocidad a la que bajamos la pudimos controlar.

El Negro es un genio, pero está hecho mierda. No pude entrar en Shock porque se me muere. Ya en la carpa de nuevo decidimos que yo tengo que bajar por ayuda antes de que caiga la noche o que se desgaje otro aguacero.

Llego a la casa de El Collado, son las seis de la tarde, anochece, y no hay posibilidad de ayuda. No valen mis ruegos, ni mi angustia, solo hay una mujer con sus tres hijos, no hay radio, no hay teléfono, y tdos los hombres y las bestias de la zona están rescatando a los que desaparecieron en la crecida del rio por las lluvias de los días anteriores.

No tengo otra alternativa que volver a subir a la carpa.

Continúa...
Parte 3

Enlaces:
Parte 1

Imprímase y cumplase

4 comentarios:

Roberto ha dit...

¿cierto encanto? Tiene muchísimo encanto. Y las dos últimas entradas son fabulosas.

Anònim ha dit...

Deberíamos irnos alguna vez para Colombia a caminar, subir al Tolima, al Santa Isabel, bajar al Otun al bosque la Pastora, coger la chiva para Pereira... hacerle el quite a los paretos o guerrillos que nos quieran robar el morral.

Bueno unos de los sitios que me quedo siempre en veremos fue el Nevado del Huila, creo que ni de lejos lo vi...

Espero la siguiente entrega!

Anònim ha dit...

Ahora la cordada va desde Salento y lleva a la Vieja, 4 kilómetros a 100 metros de altura y 70 km por hora, abajo café, plátano, perros y cuyabras. Finalmente la Vieja... helada y limpia, pero escasa...

Anònim ha dit...

Un paraco nunca te robaría un morral, solo tu libertad, un guerrillo nunca te robaría un morral, solo tu vida!!!