Ivan Locke o cómo huir del padre

dilluns, de desembre 22, 2014

Más allá de la maestría en el guión y la puesta en escena, lo que me maravilla de Locke es su imperativo moral. Lo que los gurús del management llamarían "accountability" y lo que mi padre llama responsabilidad.

Mi padre fue responsable, o trato de serlo, no como a mi madre o a mi nos hubiese gustado que fuera, lo hizo a su peculiar y taumatúrgica manera. Le odié por eso y durante muchos años le recriminé su forma de asumir responsabilidades, tal y como hace Locke con su padre en ese catártico trayecto.

A mi el imperativo moral que mueve a Locke me llevó a optar por la monogamia o por lo menos por el respeto a los sentimientos de los demás y a la verdad como premisa vital. Y cuando digo verdad quiero decir relato común, independientemente de los hechos y de las sacralizaciones. La verdad no es la luz, es el calor de la hoguera ante la cual espantamos los miedos que nos acechan.

Mi padre, ese perfecto espécimen de hombre colombiano, tuvo que escoger entre al menos dos mujeres -aún faltan datos de otros municipios- y contó con la suerte de encontrar dos grandes mujeres que aún le aman. 

Yo no quiero repetir la historia de mi padre, pero tampoco quiero repetir la historia de sus mujeres. Lo único que pido ahora cuando cierro los ojos cada noche es poder ser la mujer de Locke, para que él tenga donde regresar.