Dos viejos republicanos y liberales, que no se conocieron jamás, susurran movimientos, maldicen deslices tácticos, sonrien con cada captura, saborean cada jaque.
Con ambos ha jugado el destino, tal vez porque uno de ellos le retuvo y el otro lo retorció. Sus vanos esfuerzos ahora solo tienen un campo de batalla cada fin de semana, cuando vuelven a ser los niños que algún día aprendieron a jugar ajedrez.
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
0 comentarios:
Publica un comentari a l'entrada