La shaira edulcorada

diumenge, de juliol 24, 2011

Las jerarquías de las diferentes iglesias cristianas se han pronunciado en contra de la legalización del matrimonio de personas del mismo sexo en Colombia. Normal, ¿qué se espera de organizaciones como el Vaticano, que propugnan la criminalización del homosexualismo a nivel mundial? Criminalización que conlleva la pena de muerte en varios países, no todos musulmanes.

Y no es una exageración, ni un paso en falso. Es su doctrina. Ya el Vaticano se ha unido cada vez que ha tenido oportunidad con los regímenes de Irán, Uganda o Arabia Saudita para evitar investigaciones de ONGs contra la violación de los derechos humanos de homosexuales -en esa ocasión la España de Aznar y los EEUU de Bush también se sumaron-

Yo no espero que actúe de otra forma. No creo que nos debamos llamar a engaño, nos consideran como poco pecadores, y cada vez que pueden nos tildan de peligro para la sociedad.

Cuando los códigos penales han estado a su alcance hemos sido criminales y cuando no, tratan por todos los medios de hacernos padecer en esta vida el infierno que nos prometen para la otra, solo por expresar amor a un prójimo del mismo sexo.

Si pudiesen nos encerrarían en clínicas psiquiatricas y nos someterían a electrochoques, como lo han hecho y como todavía lo defienden en sus universidades, a pesar de toda evidencia científica.

Así, si defienden la pena de muerte a los homosexuales en los países musulmanes por razones 'culturales', si se oponen a que dejemos de ser considerados criminales, si han torpedeado que el código civil acepte que heredemos o tengamos cobertura sanitaria, si prohiben en sus hospitales que la pareja homosexual acompañe y consuele a la persona amada, no es raro que ahora se opongan a se nos reconozca como pareja en un matrimonio.

No, no es una cuestión de una palabra de 10 letras que empieza por matri y termina en monio, es una cuestión de justicia y de libertad, dos mujeres, dos hombres, pueden amarse y decidir en libertad si quieren que esa unión quede cobijada por la ley civil, que otorga derechos y deberes. Solo se busca el libre albedrío y la igualdad de oportunidades.

Yo ya lo hice, soy feliz y todavía no veo razones para que el amor que profeso hacia mi esposo haga infelices a otros heterosexuales, que no sean la envidia.

No entiendo tampoco como un hecho legal como mi matrimonio con otro hombre afecte el amor entre dos heterosexuales cristianos y practicantes, ni mucho menos a la destrucción de la familia.

Ojalá la Corte decida en justicia, con criterios para una sociedad del siglo XXI, no para una tribu de pastores del desierto, ni para príncipes corruptos del medioevo. Yque Dios quiera que sus ministros se dediquen en exclusiva a los de su rebaño y permitan construir un entorno legal para todos y no una shaira edulcorada.

Imprímase y cumplase