dimarts, d’abril 13, 2004


HIS TOrY

A prosopito de matelas


Al Principe Felipe y a su plebeya prometida Leticia las autoridades gringas les han revisado las maletas como a cualquier hijo de vecino. Aunque parezca anticonstitucional yo me solidarizo con el Principe, porque yo tambien he vivido ese tipo de circunstancias.

Una tarde de sabado de un agosto de cuando todavia no exigian visa para entrar a la Madre Patria arribaban a Barajas, en el AV010 procedente de Santafe de Bogota, dos jóvenes hombres de negocios.

Uno de piel cobriza, ojos negros, pelo azabache ligeramente crespo, estatura mediana. Era F.J.P., conocido popularmente como el negro. El otro de piel blanca y lozana, ojos verdes, cabello castaño absolutamente lacio era Yo, cuando todavia no tenia lios con la DIAN, ni con la fiscalia ni era un puto inmigrante Presidente Vitalyvicio de esta Republica Virtual.

Pacientemente hicimos cola para presentar pasaportes. Yo no era muy viajado, en realidad era la segunda vez que salia del pais. Entre tanto el negro ya habia recorrido medio mundo, dominaba el ingles, chapuceaba el italiano y maltrataba el frances. Dados estos antecedentes yo pasaria primero por el control, por si me ponian problemas por cargar con esa cruz que es el pasaporte colombiano y ser boyaco recien llegado a las Europas.

Contra todo pronostico no tuve ning?n problema, el Guardia Civil se limito a mirarme de reojo por unos 896 milisegundos, sellar el pasaporte y decirme laconicamente: "Bienvenido a España, que tenga buen viaje". Yo, por no parecer mas boyaco de lo que soy, le di las gracias de forma discreta, no voltee ni siquiera a mirar para atras y segui derechito a la cinta transportadora a recoger el equipaje.

Y llegaron las maletas de Kuala Lumpur, las de Nairobi, las de Salt Lake City, y las nuestras nanay y el negro, nada que aparecia. Cuando por fin llegaron las dichosas maletas del AV010 y todos los compatriotas recogieron sus carrieles, samosonites, cajas de FAB y demas aperos, el negro seguiasin aparecer.

Yo disimule, tome aire tres veces, diez veces, mil veces, puese el reloj a la nueva hora, y el negro no daba señales de vida. Y cambie los dolares a pesetas, y estudie con detenimiento los billeticos con las efigies de Mutis, de Cortes, de Pizarro y ¿el negro?...el negro nada, no aparecia por ningun lado.

Decidi entonces desandar mis pasos e irme al control de pasaportes. Y ahi estaba él todavia, hablando con dos Guardias Civiles que le flanqueaban. Yo me acerque discretamente y les dije que el Señor Negro venia conmigo, que ibamos a una importantisima cita de negocios en Barcelona con una empresa multinacional de la mas alta high tech. Inmediatamente le devolvieron a el Señor Negro su pasaporte, su cedula, su libreta militar, su pase de conducir, sus tarjetas de credito, y su carnet de Colsanitas que habia esgrimido como prueba irrefutable de su compromiso con la reconquista española.

Y fuimos saliendo los dos, yo empujaba el carrito con las dos maletas, sobrias, elegantes, como de dos ejecutivos de mundo, dos businessmen. Ibamos saliendo llenos de esa confianza que da no tener nada que declarar en la aduana, porque lo unico que traiamos era sueños de grandeza empresarial, de trasferencia de tecnologia de business y mas business, cuando de pronto nos intercepta un policia vestido de paisano y nos dice de forma altiva: "Por alla señores", señalando la mesa en donde dos Guardias Civil con un perro drogadicto nos esperaban con mirada inquisitoria y viciosa.

Y alla fuimos, yo empujando el carrito y apretando el culo, porque ya me imaginaba que lo que se nos venia pierma arriba, y el negro fresquisimo, con la mas absoluta tranquilidad.

Llegamos a la mesa y el negro coge su maleta y la va poniendo encima, y yo voy haciendo lo mismo, cuando oigo: "No. Usted no, Senyor, Usted puede seguir. Bienvenido a Espanya y que tenga un buen viaje".

Atravese la puerta y no mire atras, porque me acorde de Orfeo y Eur?dice, y su desdicha. Me quede esperando afuera un jurgo de tiempo, tanto que alcanc? a comprar una revista Burda, un par de agujas y dos madejas de lana. Tanto, pero tanto, tantisimo tiempo paso que me lei las 1.987 paginas del famoso libro de Autoayuda Como superar la satisfaccion del primer tacto rectal cuando la aduana busca cocaina? publicado por la US Customs Phyquiatric Association.

Y al fin, despues de haber hecho y deshecho tres vestiditos para el negrito, de haber aprendido a dilatar de pie, y de repavimentar las tres ulceras que me horadaban el estomago, salio el negro.

Y me conto todo en una catarata de epitetos y maldiciones, como nunca yo habia tenido oportunidad de oir de sus siempre pausados y ceremoniosos labios. Al terminar cada frase, al redondear cada adjetivo esperaba mi gesto complice, conciliador y comprensivo. Pero yo espere y aguante, hasta que fuera de mis casillas le espete:

"Eso me pasa por viajar con sudacas".

Ya ves Felipe, eso nos pasa...

Imprímase y cumplase