Todavía recuerdo el día en que ví el primer preservativo, tenía 12 años. Estaba almorzando en casa de Jimmy, con quien iba a pasar toda la tarde estudiando, o al menos eso pensaba yo. No habíamos terminado el postre cuando con sigilo me pasó por debajo de la mesa una bolsita cuadrada de color dorado con una gelatinosa protuberancia circular.

- ¿Qué es?.
- Un condón... ?
- Un queee...?
.

Jimmy me rapó la bolsita en el preciso instante que su madre regresaba de la cocina. ¡En la mesa no se juega Jaime Humberto! - En mi país el nombre compuesto solo lo usan las madres para regañar y los guionistas de telenovelas para darle un pretendido aire de personalidad a los los personajes de encefalograma plano-.

Esa tarde no estudiamos. Nos fuimos a un potrero al lado de la iglesia de Pablo VI. Con cara de incredula admiración y no sin cavernosa excitación escuché para qué se usaba el condón. Jimmy ya lo había hecho y estaba dispuesto a repetirlo en la Casa Cural esa misma tarde, siempre y cuando yo accedíese a sus oscuras intenciones.

Y yo le dije que sí...

Todo esto ha venido a mi memoria porque tanto en Colombia como en Catalunya la Iglesia y los políticos han puesto el tema de moda.

Es de todos conocida la posición del Vaticano frente al condón. Es una cuestión de principios, de supervivencia en el mercado. Porque el condón, ya se utilice para el control de la natalidad o para minimizar la epidemia del SIDA, deja a la iglesia sin clientela, sin leit motiv. Sin pobres ni enfermos no hay caridad. ¿A cuento de qué se pedirán las limosnas?. Y sin una terrible e incurable enfermedad no hay temor al pecado, ¿Dónde queda el castigo divino?

Una vez han salido a la luz las conclusiones del estudio científico realizado por los Cardenales Ratzinger y López Trujillo: "Los condones tienen huequitos", el Senador Consevador Efraín Cepeda promueve una ley para que en la caja de preservativos se haga alusión a su inutilidad frente al SIDA, de forma análoga a las advertencias que aparecen en las cajetillas de cigarrillos.

Por el momento este despropósito ya ha recibido el lúcido comentario de Hector Abad Faciolince en Semana. Pero como yo sé que la iglesia "se mueve" y que necesita ayuda en temas de marketing, he decidido colaborarles con un boceto de cómo se podrían colocar estas leyendas en las cajas de condones. Helo aqui:



Como conocedor de la debilidad de los hombres y de su ímpetu pecaminoso, sé que no se detendrán ante un simple letrerito en la caja, propongo que el envoltorio individual también sea marcado. Por ejemplo así:



Y para aquellos pérfidos pecadores que aún no hayan controlado sus pulsiones sexulales ante esta catarata de advertencias y mensajes disuasorios, para esos faunos libertinos que ya tienen enfundado el condón, les tenemos preparado un contundente mensaje que de seguro minará su autoestima en la vida eterna:





¿Y Catalunya, que pinta en todo esto?.
Ante el importante incremento de embarazos no deseados, abortos y casos de SIDA entre los adolescentes, el Govern Tripartit de la Generalitat ha propuesto colocar dispensadores de condones en los colegios. Sana medida que el gobierno anterior aparcó ante la presión de los colectivos cristianos.

Qué no hubiese dado yo porque una medida como la venta de preservativos en los colegios hubiese estado vigente aquella soleada tarde bogotana, cuando Jimmy acudio a la condición de "amigo del alma", para que yo fuera a la droguería a comprarle los condones y no le reconocieran en el barrio, ni mucho menos sospecharan que él fornicaba alegremente con la amante del cura de la parroquia.

Porque fui yo el guevón que se tuvo que soportar el coqueteo asqueroso del viejo boticario gafufo que me los vendio con mirada lasciva, y que durante meses cuando me veía pasar en frente de su negocio decia en voz alta: ¡Monito!, ¿no me va a comprar nada hoy?, mire que tengo rebaja.

Ya saben entonces, porque apoyo de forma irrestricta la venta de condones en los colegios, no solo son razones de salud publica, son razones de fondo, incluso de hondo calado empresarial, porque yo ya estoy pensando en la próxima gran fusión en el mundo de los negocios:



Imprímase y cumplase