divendres, d’octubre 10, 2003

His-Story

El hilo de Ariadna



Casi 10 años después de su estreno, el día en que por fin tenía a mi lado a la persona adecuada para ir a ver la obra, llegué tarde. Afortunadamente Enrique y Rosa con su benevolencia nos permitieron pasar a vivir la obra, a pesar de que se entra a ella en cronometrado orden.

Yo ya sabía el efecto que provocaría no solo ver la obra, sino encontrarme con Enrique después de tantos años, lejos de la patria y lejos de La Nacho. Y yo aún más lejos de mí.

Allí en medio del patio del CCCB en una tarde de verano, un abrazo desencadena la confrontación de los sueños de juventud con las realidades de un adulto contemporáneo tardío.

No sin vergüenza le confieso que trabajo en el departamento de marketing de una empresa que... bueno, que ahora se dedica a que otros cuenten bien botellitas, eludo con plena conciencia pronunciar la palabra productividad, a él no le tengo que vender la moto.

Así que antes de entrar en el laberinto ya iba desgajado, ya sabía ya a donde me dirigía y a quien tenía que enfrentar. Jugaba con ventaja, no en vano...

Para ver hay que cerrar los ojos,
Para escuchar es preciso el silencio,
Para encontrar hay que perderse...


y yo agregaría:

Para estar a tiempo es preciso llegar tarde.

El Hilo de Ariadna representa para mí la invitación a retomar el hilo de mi vida, habrá que arriesgar y habrá que perder un poco, porque no arriesgar ahora sería perderlo todo, así haya llagado tarde sé que estoy a tiempo.

Imprímase y cumplase