dilluns, d’agost 04, 2003

Stamp Ass

El Terror como Commodity


Los medios nos han ido poco a poco anestesiando a través de la costumbre. Es normal el secuestro en Colombia, las matanzas de uno y otro bando en Palestina o la violencia familiar contra las mujeres en España. Eso sucede, todos los días, a todas horas, la distancia del hecho sólo afecta el radio del arco de la ceja cuando lo oímos, pero en el fondo ni conmueve ni mueve.

Pero los medios también nos han acostumbrado a la ficción, a la incredulidad ante determinados hechos. Es imposible que ciertas cosas puedan acontecer, es una broma o el alegato desesperado de un rival alienado. Pero suceden, como por ejemplo el Mercado de Futuros de Actos Terroristas que estaba preparando el Departamento de Defensa del Gobierno de los Estados Unidos.

Si señores, es realidad (procédase aquí, después de frotarse los ojos, a pellizcarse el antebrazo). Esto no es una entrega parcial de un capítulo de una obra de John Le Carre; ni un extracto de los kilométricos discursos de Fidel (que bien pudo haberlo utilizado en la Celebración del Asalto al Cuartel Moncada); ni mentiras infundadas propagadas por Bin Laden o Sadam Hussein; ni muchísimo menos resultado de coléricas y afiebradas disquisiciones de Antonio Caballero.

No sé a Ustedes, pero a mi no me ha cogido por sorpresa. Me ha parecido hasta normal, los gringos necesitan reactivar su economía. Porque no es suficiente con impulsar la industria armamentística, el show business, y la droga para sacar el país adelante.

Hay que involucrar a los fondos de pensiones: sí, sí, a la entrañable abuelita que vive en Florida; a los grandes corredores de bolsa: sí, sí, a esos yuppies treintañeros de NYC o de cualquier lugar del planeta; a los apostadores, profesionales o profanos: exacto, a ese señor que le apuesta a King Horse en la sexta o al otro que juega a las tragaperras en Las Vegas. Todos pueden jugar y ganar en este gran negocio del terror.

Detrás de todo esto por si no se han dado cuenta, que pena con la visita, está el american way of lie. No hace falta ser mamerto o progre para verlo. Esta vez se han reculado, pero a juro que no se quedan con las ganas, el negocio promete, no solo por la lógica perversa de la plusvalía, sino porque será más divertido que jugar a bolsa por internet, al bingo o a la Primitiva.

Imprímase y cumplase